lunes, noviembre 13

Ensoñación



Te imagino.

Acomodas esa ropa en el tendero improvisado.

Destilas apremio, como presa perpetua de un perpetuo aplazamiento.

Los trastos apilados, ya sin sostén, comparecen hartos de la espera, anhelantes de gravedad, desplomándose risueños mientras corres a salvarlos con tus manos de escultura inacabada.

Te trastornas todo.

Almendro y flor se hacen uno en mi comarca en aquel instante - en ése mismo instante - en el que tu tierra vuelve castaño, acompasado y antiguo, el ramaje de sus pliegues otoñales.

Anuncia el aguacero tu estación. Aguacero y frío. Frío.

Como esta nostalgia de rutina acostumbrada y compartida pendiendo de una enagua inexistente.

Tu gesto entreverándose en los míos.

La habitación común, el horizonte habitual, nuestra brisa, el mero despropósito crispándose henchido, largo y quieto, entre albas y crepúsculos compartidos.

Ansia de imposible cotidiano.




Valentina, 13 de noviembre de 2006