sábado, junio 17

Decisión - Relato

A esos locos inesperados y amorosos que Dios me regaló...

Hoy lo aprendí.
Presa de la convicción de los extremos, hasta ahora había pensado que lo propio de lo humano es la autenticidad. Luz y tiniebla, indulgencia o maldad. Sí. Creí que los opuestos siempre, sin excepción, se aborrecían.
Ambigüedad, confusión, oscuridad me trastornan y enfurecen. Y es evidente que me pase, pues tamaña ideología solo puede engendrar una constante decepción de mí misma y, por supuesto, el dolor de “ser defraudada” por los demás. Las expectativas imposibles son mi adicción. Autenticidad a toda prueba. Verdad, coherencia, honestidad... o nada y angustia.
Esta noche decidí la aceptación.
En la coexistencia de los opuestos es posible esperar –sin desesperar- la falta o fracaso propio o ajeno. Es posible y razonable –ahora y sólo ahora que deviene la aceptación del claroscuro- no tener expectativas. O, quizás, no tener otra expectativa salvo la de que ocurrirá que siendo, y por el sólo hecho de ser, nosotros, los animales capaces de la concurrencia en simultáneo del autoengaño y la más alta gratuidad, podemos herirnos y cerrarnos las puertas.
Entonces me abro al misterio. En la impredecible y caótica ocurrencia de lo inauténtico, mezquino, traicionero o ruin, simplemente es un misterio y un milagro la pervivencia de tu amistad incondicional y generosa.


Trayectoria de lo claro
apertura en transparencia
en tu andar de continencia
tiene su origen mi canto.



Valentina, Padre Hurtado, Casa de Loyola, sábado 16 de junio de 2006

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