viernes, julio 21

Hembra

Soy tierra. Originalmente tierra. La cuaternidad del filósofo es metáfora insuficiente y terrible. Cielo, tierra, hombre, Dios. Quise coexistirlos. Acrecentarme en ellos. Expandir mi circunstancia existencial hasta doblegarla en lo ajeno. Pero resido en la raza de las hembras. Todo converge en un único símbolo impreciso: la amorosa contención rehusada únicamente puede anclarse en lo profundo de su desértica vinculación al absurdo. No hay anverso. Soy anáfora del eterno femenino. No hay reverso que esclarecer. Soy ésta. Cielo vuelto en madre. Tierra hermana. Dios de pezón y vientre latiendo. Mujer.

¡Qué significa, por Dios, qué significa! Ya no hay lucro en la ingenua distinción de poéticas teorías desplomándose en la praxis. Hembra antes y después de sí misma.


Valentina, 20 de julio de 2006

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