Las tres de la tarde dilatándose largas y relativas en el paño mortuorio de su habitual devenir.
Las tres de la tarde en el doméstico umbral de lo mismo.
Y, con todo, todo. En lo furtivo de su íntimo ser forja el desacato de las nueve en cercanía.
Las nueve de la noche en la gravedad de su amor. Las nueve en las horas sosegadas del calor de un verano occidental, a las tres de la tarde de su transposición.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario