Cuánto más podrán latir sin alcanzarse.
Sin palpar sus alientos anudados.
Cuánto más les faltará la mutua constatación de su adyacencia.
Cuánto más los herirá este anhelo agudo
antes de fundirlos, definitivos,
en el primer y último arrebato consumado.
¡Consiéntanme los cielos y las tierras todas!
Ansío tanto ser testigo
de este único prodigioso instante venidero.
Valentina, mayo de 2005
domingo, enero 29
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario