domingo, enero 29

Envío postal

Hombre de Complementos:

Leo y releo tu pregunta. Ojeo incrédula tus letras. Intento la convicción del autoengaño. Pero no. El mensaje dice lo que dice y me precipito, histérica, en una respuesta inacabada.

Qué pides. Es absurdo. Exponer mis visiones obscuras. Escribirlas. Torpe manera de detener el secretar de mis fluidos lascivos ¿No te das cuenta? Si los aclaro se volverán discurso y, en tanto tal, palabrería en desarraigo. No quiero vociferar de letras mis fantasías eróticas. Necesito imágenes. Colores. Olores. Tactos primarios y adventicios. ¿Cómo se dice, sin desterrarlo de mi ser, este querer tenerte atado a mi vientre empapado? ¿Cómo se argumenta la espuma acrecentada en el contacto retenido de mis piernas en tu ausencia? Este espesor reprimido no responde ya a propósito alguno. No lo domino. Me ha vuelto incontinencia. Mis pulsos no tienen dónde respirar tu aliento. Mis manos no pueden alcanzar tu saliva abundante hasta todas mis lenguas de carne delirante. Estas ensoñaciones. Éstas. Lo que tienen de prohibido lo tienen de inefable. Me pregunto si es caída proscrita querer sentirte endureciendo más lo tuyo en mi blandura y buscar tus descargas seminales derramadas en mis fisuras, resueltas a encontrarme, hiriéndome la voluntad. No lo hagas. No me pidas expresar lo inadmisible.

Valentina, 27 de octubre de 2005

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